miércoles, 22 de mayo de 2013

SINTESIS DE "EL PERSONALISMO" (Mounier, 1962)


INTRODUCCIÓN
            Emmanuel Mounier (1905-1950), profesor de filosofía en la universidad y a la cual posteriormente abandonó por la inquietud y necesidad de equilibrar la teoría con la praxis - en cuanto a las insatisfacciones de las necesidades humanas vitales - fue fundador de la revista y un movimiento llamado “Esprit” (1932) en el que une su manera de filosofar con la toma de conciencia de una crisis en la civilización; con el fin de plantear una nueva civilización.  Es el gran exponente del desarrollo de una filosofía de la persona llamada “Personalismo” a la cual llega movido por el interés de lograr una renovación espiritual pero a su vez estructural, económica y política, basada en el lema de la igualdad, libertad y fraternidad. En esta centra sus esfuerzos en crear un razonamiento sobre la persona que fuese común a los creyentes como a los no creyentes, apostando también por la pobreza, lo que le permitiría luchar contra los oprimidos y humillados.
            Esta ideología conocida con el nombre de “Personalismo”, concepto polisémico y utilizado previamente por  pensadores como Renouvier o filósofos como Lalande, “no solamente es una actitud, es una filosofía, no un sistema” (Mounier, 1962, p. 5), debido a que su afirmación central: “La existencia de personas libres y creadoras, introduce en el corazón de las estructuras personales y sociales un principio de imprevisibilidad que desarticula toda la voluntad de sistematización definitiva” (Mounier,1962, p. 6).
            La visión de hombre del personalismo de Mounier se opone totalmente al materialismo y a la reducción del ser humano a un mero objeto material más complicado. Pero se opone también tanto a cualquier forma de idealismo que reduzca la materia, incluido el cuerpo humano, a una mera reflexión del espíritu o a una apariencia. El hombre no es simplemente un objeto material; pero de aquí se sigue tampoco que sea espíritu puro ni que se le pueda dividir con nitidez en dos sustancias o en dos series de experiencias. “El hombre así como espíritu, es también un cuerpo. Totalmente “cuerpo” y totalmente “espíritu” (Mounier, 1962, p. 12). No puede existir sin el cuerpo y sin su espíritu que es quien nutre al pensamiento, como se puede apreciar en la siguiente expresión:
…No puedo pensar sin ser, y no puedo ser sin mi cuerpo, el cual es mi exposición, a mi mismo, al mundo, a todos los demás, a través de él solamente puedo escapar de la soledad de un pensamiento que sería solamente un pensamiento acerca del pensamiento (Mounier, 1962, p. 16)
            Su existencia subjetiva y corporal le pertenece a la misma experiencia. La existencia del hombre es existencia corporeizada; es un ser natural; por su cuerpo forma parte de la naturaleza, y allí donde él esté está también su cuerpo. Pero también es capaz de trascender esta naturaleza, dominándola o sometiéndola progresivamente
El personalismo es, así, interpretable como una reafirmación que el hombre hace de sí mismo contra la tiranía de la naturaleza, representada ésta en el plano intelectual por el materialismo. La persona es la idea central del pensamiento de Mounier, no es un objeto sino más bien todo lo contrario, es la realidad profunda del ser humano, la que él mismo construye desde adentro.

PRIMERA PARTE: LAS ESTRUCTURAS DEL UNIVERSO PERSONAL

I.- La Existencia incorporada o encarnada
La filosofía personalista, al igual  que el pensamiento cristiano se opone a la división que realizan los espiritualismos modernos del mundo y del hombre en los ámbitos de “materia y espíritu”, teniendo como eje central el enlace indisoluble del alma con el cuerpo. Es así como a partir de este enfoque no se existe en cuanto a espíritu puro, sino en sueños, por lo tanto no tengo existencia verdadera sino en  y con un cuerpo. El hombre, en cuanto persona, no es puro espíritu, sino también realidad del mundo físico; “el Yo es centro existencial del cuerpo como del alma” (Grevillot, 1955, p. 217)
            El hombre ya no está más bloqueado en su destino por el determinismo, se encuentra en una constante lucha entre la exteriorización y la aspiración de convertirse plenamente en sí mismo y reconquistar su interioridad. (Grevillot, 1955). Este surgimiento de la persona creadora, aparece como lucha  entre dos tendencias de sentido contrario: Una predisposición permanente a la despersonalización,  y la otra es un movimiento de personalización. La primera detiene la vida social y la vida del espíritu por relajamiento del hábito de la rutina y de las ideas universales, mientras que la segunda la vida aparece como una acumulación de energía cada vez más organizada sobre unidades que se van complejizando.

II.- La Comunicación
Según Mounier “la vida social es una guerrilla permanente y la comunicación queda atrofiada por la necesidad de poseer y someter” (1962, p. 19). Las relaciones humanas se configuran bajo una permanente provocación a la lucha, a la adaptación y a la superación. El mundo de los otros es una provocación para la construcción del mío; “la mirada del prójimo cngela mi universo, su presencia congela mi libertad, su elección me traba, el amor es una infección mutua, un infierno” ( Mounier, 1962, p. 19). Por lo anterior, el individuo oscurece la comunicación por su sola presencia, por una especie de sombras que parece llevar encima y comienza a generar un sistema de costumbres, de sentimientos, de ideas y de instituciones llamada “individualismo”, el que organiza como un arma de defensa y que le genera aislamiento. Frente a esto, “el primer cuidado del individualismo es centrar al individuo sobre sí; el primer cuidado del personalismo, es descentrarlo para establecerlo en las perspectivas abiertas de la persona” (Mounier, 1962, p. 20).
La persona se funda en una serie de actos originales que no tienen su equivalente en ninguna otra parte del universo y sus característica son: Salir de sí (descentrarse para llegar a ser disponible para otros), comprender (ver desde el punto de vista del otro), tomar sobre sí (asumir el destino, la pena, la tarea de otros), dar (dar sin medida y sin esperanza de devolución) y ser Fiel (la consagración de la persona, el amor, la amistad. La fidelidad personal es una fidelidad creadora)

III.- La Conversión íntima
La persona caracterizada como un mundo de subjetividad, de vida interior o interioridad al ser, se opone a lo que es originalmente “ser-hacia”, un movimiento hacia el otro. Pero lo anterior no significa que sea lo contrario a la comunicación, sino más bien se presenta como una pulsación complementaria.
“La vida personal comienza con la capacidad de romper el contacto con el medio, de recobrarse, de recuperarse, con miras a recogerse en un centro, a unificarse” (Mounier, 1962, p. 26). Todos necesitamos salir de sí para comunicarnos con otros, pero también necesitamos de un período de silencio y conversación consigo mismo para llegar a la reflexión individual, la cual nos permitirá realizar una autocrítica interior y de esta forma nuevamente ser persona social, lista para la entrega.

IV.- El Afrontar
“La persona es rostro que mira adelante, que afronta al encontrar hostilidad” (Cobo, 2006, p. 94). Su condición misma conlleva a las actitudes de oposición y protección. Ser persona es “singularizarse”. Se podría hablar entonces de una personalidad bien definida que es original, así mismo hay que tener cuidado en pensar que la más alta vida personal sea la de excepción que alcanza, sola, como si fuese una proeza, una cumbre inaccesible. Si bien la persona se cumple persiguiendo valores situados en el infinito, está sin duda llamada a lo extraordinario en el corazón mismo de la vida cotidiana. “El hombre verdaderamente extraordinario es el verdadero hombre ordinario” (Mounier, 1962, p. 32)
Afrontar es el compromiso consigo mismo, con los otros y con la vida. Es hacer frente a lo que me comprometí, es aceptar las responsabilidades, las obligaciones y los derechos. Es además la capacidad de decir No ante una situación a la cual creemos injusta, es la fortaleza y el valor de decisión, es el negarse a las imposiciones dictatoriales e injustificadas. Es la capacidad de elección. Tal vez se podría decir, que desde cierta perspectiva aquí radica parte de nuestra libertad.

V.- La Libertad Condicionada
“La libertad es afirmación de la persona; se vive, no se ve” (Mounier, 1962, p. 35). La definición más simple que se puede dar a la libertad es la de ser la facultad de elección, facultad de tomar o de una tomar una decisión, o bien la de tomar una decisión determinada mejor que otra.
Nuestros actos tienden a influir el conjunto de nuestra vida y  a modelar, por su parte, nuestra personalidad, pero no todas nuestras elecciones pueden ser igualmente libres , como tal vez ceder ante la presión del medio, al temor o la pasión, no es actuar  en cuanto a hombre libre, ésta libertad que viene de mi ser particular me limita. “No soy libre por el solo mero hecho de ejercitar mi espontaneidad; me hago libre si inclino esta espontaneidad en el sentido de una liberación, es decir, de una personalización del mundo y de mi mismo” (Mounier, 1962, p. 38). Nadie puede disfrutar de una libertad absoluta, si así fuese esta se convertiría en libertinaje. Todos estamos sujetos a deberes y normas que debemos cumplir, no podemos hacer lo que se nos antoje puesto que si así fuese se irrumpe la ley y se coartan los derechos de los demás y de la comunidad, lo que no es un ejemplo de libertad. La verdadera libertad es la que conquista. No solo debe conseguirse en el plano social sino también en el personal.

VI.- La Eminente Dignidad
La trascendencia de la persona se manifiesta desde la actividad productora, “hacer, y al hacer hacerse, y no ser más que lo que él se hace”. (Mounier, 1962, p. 40). La superación de la persona por sí misma no es sólo proyecto: es elevación. El ser personal es un ser hecho para sobrepasarse.
El valor es fuente viva e inagotable de determinaciones y exuberancias, en la suerte de una singularidad y un parentesco con el ser personal primitivo que tiende a incorporarse a un sujeto concreto, individual o colectivo.
La persona es pues movimiento que anuncia simultáneamente la experiencia de la comunión y de la valorización, el respeto por la persona humana secundariamente es respeto por la vida. Las  grandes direcciones de valor que articulan la vida personal son: la felicidad, la ciencia, la verdad, los valores morales, el arte, la comunidad y  los valores religiosos.

VII.- El Compromiso
“La existencia es acción, y la existencia más perfecta acción más perfecta, pero acción de todos modos…” (Mounier, 1962. p. 49). La acción supone libertad y conlleva a una responsabilidad personal donde se debe destacar que la persona no está sola, ni aislada, su esfuerzo hacia la verdad y la justicia es también un esfuerzo de la colectividad. Es solo a través de la personalización donde adquiere su sentido humano, asegurándose la cooperación de las libertades y los dones contra los delirios y engaños a los que el aislamiento arrastra al individuo.
Según Mounier (1962) existen cuatro dimensiones de la acción y ésta debe “modificar la realidad exterior, que nos forme, que nos acerque a los hombres, o que enriquezca nuestro universo de valores” (p. 62). Estas se concretan en las siguientes dimensiones del hacer: 
·           La acción tiene por fin principal dominar y organizar una materia exterior, acción del hombre sobre las cosas, acción del hombre sobre el hombre en el plano de las fuerzas naturales o productivas.
·           Desde el ángulo del obrar, la acción ya no apunta principalmente a edificar una obra exterior, sino a “formar al agente, su habilidad, sus virtudes, su unidad personal” (Mounier, 1962, p. 51), lo que importa desde ésta perspectiva es como el agente su accionar y en que se convierte al hacerlo “autenticidad”, aquí podríamos enunciar el tan conocido dicho que dice “el fin justifica los medios”, y reflexionar en torno a él, ya que en éste registro domina sólo la eficacia y ésta regula sólo lo técnico, no obstante la relación de persona jamás se establece en un plano puramente técnico.
·           Acción contemplativa, que no dice relación con la evasión de la actividad común hacia una actividad escogida y separada, sino con la aspiración a un reino de valores que invada y envuelva toda la actividad humana.
·           Dimensión colectiva de la acción, donde para el logro de  su humanización integral es indispensable la presencia de una comunidad de trabajo, comunidad de destino o comunión espiritual.
SEGUNDA PARTE: EL PERSONALISMO Y LA REVOLUCIÓN DEL SIGLO XX
            El manifiesto de Mounier proviene de las inquietudes y desdichas que amenazaban en Europa durante la crisis de 1929, donde algunas de éstas daban una explicación puramente técnica, mientras que otras solo enfocada a lo moral, por tanto el remedio no podía evitar la la revolución económica ni espiritual. Durante este periodo de cambios se hicieron llamados de atención al orden de esta civilización demasiado segura de su equilibrio: Marx reveló las luchas sin cuartel de las fuerzas sociales profundas, Freud descubrió el cómo funcionan los instintos bajo la armonía psicológica, finalmente Nietzche  anunció el nihilismo europeo.  Luego la sucesión de las dos guerras mundiales, el advenimiento de los estados policíacos y de los universos contradictorios, guiaron ampliamente estos temas. La crisis de las estructuras se mezcla a la crisis espiritual. A través de una economía ya enloquecida, la ciencia continúa impasible su carrera, redistribuye  y trastorna las fuerzas. Las clases sociales se dislocan y es Estado se busca a sí mismo en este tumulto. Finalmente la guerra o su preparación, paraliza el mejoramiento de las condiciones de existencia y las funciones primarias de la vida colectiva.  Por todas las causas anteriores, Mounier creyó que la crisis no era solamente un desajuste técnico sino algo mucho más profundo: era una crisis de estructuras y además de actitudes morales. Por tanto, la solución no podía ser solamente una reforma de las estructuras que ignorara la crisis espiritual, ni una reforma moral (puramente espiritual) que ignorara las estructuras. El personalismo es un esfuerzo para dar una respuesta a la crisis del  siglo XX, como su propio nombre lo indica es una reflexión, a la que se incorporan algunos intelectuales y por ello se transforma en movimiento, centrada en la persona. De esta manera considera una perspectiva total de la persona donde concibe a la   familia como el nudo del universo personal. La nación educa y desarrolla al hombre social contra el predominio del Estado y los intereses económicos universales. En la política, la persona debe ser protegida contra el abuso, a través de la independencia de poderes. La educación, por su parte, no debe amoldar al niño al conformismo de un medio familiar, social o estatal sino que debe despertar a las personas. De igual forma la cultura no es el arte de las castas o el academicismo; es una función global de la vida personal; es creación, no obstante personal, apoyada y retroalimentada por las colectividades. Por ultimo la crisis del cristianismo, no es solo una crisis histórica de la cristiandad, sino que más ampliamente una crisis de los valores religiosos.
REFLEXIONES A PARTIR DE LA LECTURA
El personalismo considera que la persona es un ente en constante construcción en la búsqueda de trascender, en la búsqueda de ser, en búsqueda de convertirse en persona. De esta forma, se puede afirmar que el hombre se realiza como persona en la medida en que es libre y encuentra su libertad en función de la comunidad en la que participa.

De acuerdo a esta filosofía el fin último de la educación debe ser la construcción de la persona. Se considera que la educación no puede basarse en el amoldamiento del sujeto para la sociedad en la que nació, sino que se le debe formar para que descubra su vocación a ser persona trascendente, modeladora de su sociedad, crítica, constructora con los otros. Educar entonces es promover la autonomía en la construcción personal.

Por tanto es errado considerar a la escuela como único agente educativo. Es necesario también considerar como agentes educadores a la familia, la nación, la iglesia. Estos son medios formadores naturales. Sin embargo, la escuela representa una posibilidad de guiar al hombre en la construcción de su persona.

          Una concepción pedagógica del personalismo y aplicación de esta filosofía sería la pedagogía de Paulo Freire quien plantea que la educación debe tener por objetivo la liberación del hombre. Esta debe ser  la vía por el cual el hombre puede y debe humanizarse al confrontar de forma crítica su sociedad, de esta forma se progresará a una sociedad más justa en la que no existan los oprimidos. (Freire, 1995)

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Cobo, A. (2006). El concepto de reflexión en el joven Mounier. Granada, España: Universidad de Granada.

Freire, P. (1995). Pedagogía del Oprimido. Madrid, España: Editorial Siglo XXI

Grevillot. J. (1973). Las grandes corrientes del pensamiento contemporáneo. Santiago de Chile: Editorial Zigzag.

Mounier, E. (1962). El Personalismo. Novena Edición. Buenos Aires: Cuadernos de Eudeba. 

2 comentarios:

  1. Excelente síntesis Carlos.......sigue publicando

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  2. Me ayuda mucho con este resúmen Profe.......Usted es otro nivel...y siga adelante..

    Saludos a la distancia

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